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Economía circular: ¿el principio del fin de la economía lineal?

29/07/2019

La economía del producir, usar y tirar parece tener los días contados. Los efectos del calentamiento global, la escasez de ciertas materias primas esenciales y el crecimiento exponencial de los residuos ponen en cuestión la pervivencia del actual sistema lineal. En el horizonte se vislumbran los primeros pasos hacia un modelo circular, orientado a alargar la vida de los recursos naturales y en el que economía, ecología y sociedad crean sinergias apoyándose en las oportunidades abiertas por las tecnologías digitales.

Tras un largo recorrido de desarrollo y crecimiento en todo el mundo, la era de la denominada economía lineal comienza a evidenciar signos de fatiga. El repunte del consumo ligado al aumento de una población mundial concentrada principalmente en ciudades, el agotamiento de las reservas de ciertas materias primas críticas, la generación descontrolada de residuos y sus efectos sobre el cambio climático son solo algunas de las señales de alarma que hacen repensar la viabilidad del actual modelo basado en producir, usar y tirar.

Frente a este sistema de producción lineal, la economía circular plantea un profundo cambio de paradigma que apuesta por reducir, reutilizar y reciclar. La Fundación Ellen MacArthur, una de las principales organizaciones impulsoras de este nuevo modelo de producción y consumo, define la economía circular como un sistema restaurativo y regenerativo a propósito, “que trata de que los productos, componentes y materias mantengan su utilidad y valor máximos en todo momento, distinguiendo entre ciclos técnicos y biológicos”.

“El modelo económico actual es imposible porque no hay materias primas suficientes y tiene una huella ecológica no sostenible. El cambio climático es solo un síntoma de la enfermedad que padecemos”, considera Ángel Fernández, presidente de la Fundación para la Economía Circular. En este contexto, según explica Fernández, “los organismos internacionales se han dado cuenta de que vivimos en una sociedad derrochadora, que actúa como si los recursos fueran infinitos y la naturaleza fuera capaz de absorber todos los impactos”.

De esta manera, Naciones Unidas ponía en marcha en 2015 la Agenda de Desarrollo Sostenible para 2030, que contiene 17 objetivos de aplicación universal que rigen los esfuerzos de los países para lograr un mundo sostenible en el año 2030. En línea con estos objetivos, en particular con el número 12 (producción y consumo sostenible), la Comisión Europea presentaba apenas dos meses después el Paquete de Medidas y Plan de Acción para una Economía Circular Europea, sobre el que se basa la normativa desarrollada en los distintos estados miembro de la UE. Este plan contempla un total de 54 medidas sobre las que el Ejecutivo comunitario estima que es necesario actuar y que afectan a las diferentes etapas del ciclo de vida de los productos (diseño y producción, consumo, gestión de residuos y aprovechamiento de los recursos contenidos en los residuos mediante su reintroducción en la economía) y a cinco áreas consideradas como prioritarias (plásticos, desperdicio alimentario, materias primas críticas, construcción y demolición, y biomasa y productos con base biológica).

El fin del usar y tirar
La economía circular tiene su germen en distintas escuelas de pensamiento, entre ellas, la filosofía de diseño ‘cradle to cradle’ (‘de la cuna a la cuna’), acuñado en 2002 por Michael Braungart y William McDonough, un concepto inspirado en la naturaleza, que pretende cerrar el ciclo de vida de todo producto, haciendo del fin de vida un inicio de la siguiente producción.

Una de las pioneras en sumarse a este cambio de mentalidad fue la firma textil alemana PUMA, que en 2013 lanzaba InCycle, la primera colección de calzado, ropa y accesorios basada en el concepto ‘cradle to cradle’. La colección integraba artículos totalmente reciclables o biodegradables, como por ejemplo una chaqueta fabricada con poliéster reciclado procedente de botellas de PET usadas que a su vez podía convertirse de nuevo en granulado de poliéster.

Economía y ecología, sinergia de futuro
La implantación de este nuevo paradigma trasciende las consideraciones ecológicas. “No se trata de medioambiente, sino de economía de subsistencia de las empresas, ya que el actual modelo ha dejado de ser viable”, indica el presidente de la Fundación para la Economía Circular. “Por ello, cada vez son más los grupos empresariales que cuentan con departamentos dedicados a esta materia y que asimismo participan en fundaciones, proyectos de investigación o cátedras sobre economía circular”, subraya. En este sentido apunta también Naemi Denz, directora de Tecnología de Residuos y Reciclaje de la Asociación Alemana de Fabricantes de Maquinaria (VDMA), que señalaba recientemente que la economía circular resulta enormemente importante para las empresas “no solo desde el punto de vista de la eficiencia energética, la responsabilidad social de las empresas y la protección del clima” sino también “desde una perspectiva la perspectiva económica, ya que al conservar los recursos, las empresas reducen los costes y se vuelven menos dependientes de los volátiles mercados de materias primas”.

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