Los efectos disruptivos de la Industria 4.0, los rápidos avances hacia una movilidad eléctrica, conectada y autónoma, la transformación de los hábitos de consumo, la descarbonización del parque automovilístico y el crecimiento de los países emergentes confluyen en una suerte de tormenta perfecta que sitúa a la industria automotriz ante un profundo cambio de paradigma productivo y de negocio. El sector de la automoción, uno de los pilares básicos de las industrias alemana y española, se prepara para dar paso a un ecosistema de movilidad que incorpora a su tradicional cadena de valor nuevos agentes vinculados a los distintos tipos de usos y a todo el ciclo de vida del coche. Un intrincado panorama al que se enfrentaba el mundo del automóvil cuando, en los albores de 2020, sumaba un nuevo factor adicional a la ya compleja ecuación global. La crisis sanitaria y económica desatada por la expansión mundial de la COVID-19, suponía la paralización a nivel internacional de toda la cadena de valor, desde las fábricas de vehículos y componentes hasta los concesionarios y talleres. En España, uno de los países europeos más golpeados por la pandemia, el virus obligó a mediados de marzo al cierre temporal de las 17 plantas en España y a la aprobación de decenas de miles de expedientes temporales de regulación de empleo. Tras varias semanas de clausura y el anuncio del cierre definitivo de la factoría de Nissan en Barcelona a finales de 2020, las fábricas reactivan ya progresivamente su producción, mientras las principales patronales estiman una pérdida de ventas superior al 30% como consecuencia del frenazo de la producción. En medio de la tormenta perfecta España constituye uno de los grandes productores de automóviles del mundo, todo un referente en producción y exportación tanto de vehículos como de componentes. Tras Alemania, España es el segundo fabricante de automóviles a nivel europeo, el primer productor europeo de vehículos industriales y el octavo fabricante de vehículos a nivel mundial, puesto que volvía a recuperar a principios de 2020 en detrimento de Brasil gracias a un incremento de las exportaciones. De los 42 modelos de vehículos, 20 de ellos son en exclusiva mundial y salen de las 17 plantas españolas en las que grandes marcas como SEAT, Mercedes-Benz, Volkswagen, Renault, Ford, Iveco o PSA desarrollan su actividad. La automoción representa un sector estratégico de la economía española, a la que aporta un 10% del PIB y en la que ejerce un fuerte efecto tractor sobre otras múltiples industrias (componentes, maquinaria y equipo, química, electrónica, textil, etc.) y sectores (comercialización, financiación, seguros, etc .) Según los datos de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC), en 2019 las plantas españolas fabricaron 2,8 millones de vehículos, un 0,1% más que el año precedente, de los que el 82% se dedicaron a la exportación a más de un centenar de países, con Alemania, Francia, Reino Unido e Italia a la cabeza. El sector del automóvil genera en torno al 19% de las exportaciones de la economía española y representa el principal contribuidor a su balanza comercial, con un saldo positivo entre importaciones y exportaciones de vehículos de más de 14.000 millones de euros en 2019. El conjunto de la industria automotriz emplea actualmente al 9% de la población activa española, según datos de la patronal del sector. Aunque en menor grado que otros países europeos, en el escenario previo a la crisis desatada por la COVID-19, la demanda de vehículos nuevos en España cerró el pasado 2019 con una ligera tendencia a la baja “por el aplazamiento de las decisiones de compra a causa de la incertidumbre respecto a la evolución futura de la fiscalidad y la normativa medioambiental”, según explica la consultora DBK en la última edición de su Estudio Sectorial sobre el Automóvil. Las dudas en torno a ambas variables se traducen también en un desvío de las compras hacia el mercado del vehículo de ocasión, lo que contribuye al envejecimiento del parque automovilístico. El sector español de la automoción integra también una importante industria de componentes y equipos, la cuarta a nivel europeo, compuesta por un millar de fabricantes que garantizan la cadena de suministro a las plantas de producción de vehículos. La industria de componentes facturó 35.822 millones de euros en 2019, de los que más del 58% corresponden a exportaciones, según datos de la Asociación Española de Proveedores de Automoción (SERNAUTO). Asimismo, las inversiones destinadas a I+D+i ascendieron al 4,1% de la facturación, el triple que la media industrial. Una inversión que se hace necesaria en medio del profundo cambio productivo en el que se encuentra inmerso el sector con el avance de la Industria 4.0. Aunque todavía lejos de los niveles de implantación y capacidades alcanzados por sus homólogas alemanas, las smart factories españolas contribuyen ya a optimizar recursos y costes de producción gracias a un ecosistema flexible e interconectado basado en la integración de procesos, máquinas, aplicaciones y personas. Ejemplo de ello lo brinda la fábrica inaugurada el pasado 2019 por la empresa auxiliar de automoción Benteler en Mos (Pontevedra), primera smart factory de la firma alemana en el mundo, desde la que suministra componentes para el grupo francés PSA, gracias a la impresión 3D, robots y vehículos autónomos inteligentes. También el pasado año el fabricante español de componentes de automoción Gestamp anunciaba la puesta en marcha de su Centro de Industria 4.0 en Euskadi, donde llevará a cabo proyectos de I+D+i dedicados al 'Battery Box' para el vehículo eléctrico. Electromovilidad, hacia un futuro ‘cero emisiones’ La preocupación por los efectos del cambio climático y la adopción de nuevas regulaciones adoptadas para la descarbonización del sector está marcando una transición progresiva de los vehículos de motor de combustión tradicional a la electromovilidad. Con ánimo de acelerar este proceso, el Parlamento Europeo aprobaba el pasado 2019 la conocida como normativa CAFE (Corporate Average Fuel Emissions, en español Emisiones Medias de Combustible Corporativas), que desde el 1 de enero de 2020 reduce a 95 g de CO2 por kilómetro las emisiones medias del conjunto de vehículos matriculados por cada fabricante en Europa. Este endurecimiento de la regulación de las emisiones, que prevé multas millonarias - 95 euros por cada gramo superado por el total de vehículos de la marca-, ha sido objeto de gran polémica dado su alto grado de exigencia, muy por encima de los objetivos marcados en otras regiones como China (117 gr/km de CO2), Japón (122 gr/km) y Estados Unidos (125 gr/km). Junto a la regulación, la implantación de la movilidad eléctrica “vendrá también de la mano de la reducción del coste de las baterías y de la implantación de una infraestructura de puntos de recarga lo suficientemente extensa como para atender a la demanda”, considera Alejandro Gaffner, socio de Oliver Wyman en España. No obstante, según auguran desde la consultora, la transición tendrá un carácter paulatino, con una convivencia a medio plazo “entre vehículos de combustión interna tradicionales, híbridos y vehículos eléctricos de batería”. En este escenario, desde la industria de la automoción española se aboga por el mantenimiento de un principio de neutralidad tecnológica que permita elegir la tecnología más apropiada en función de las necesidades y garantizar una transición ordenada hacia la descarbonización del sector. Así lo subraya Arancha García, directora del Área de Industria y Medioambiente de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC), que destaca que para lograr este objetivo, “la industria debe apoyarse en todas las tecnologías existentes”. “Los fabricantes están comprometidos con la descarbonización del transporte, pero necesitan cierto acompañamiento en la transición hacia la misma, que debe ser ordenada y no forzada. Creemos que el vehículo de combustión tradicional de bajas emisiones va a seguir siendo un driver importante en los próximos años y estará acompañado de una introducción gradual y relevante del vehículo electrificado”, sostiene García. A pesar de los avances registrados, la electromovilidad cuenta todavía con un amplio camino por recorrer en España, que se mantiene a la cola de Europa en este ámbito, según el Barómetro de Electromovilidad de ANFAC. El indicador, que valora tanto la penetración de vehículos eléctricos como de infraestructuras de recarga, muestra un crecimiento de vehículos electrificados en España inferior al de los países del entorno europeos: 14 puntos por debajo de la media de la UE-15 (33,2 puntos). Según recoge el estudio, España dispone actualmente de 7.600 puntos de recarga públicos repartidos por todo el territorio, cifra insuficiente para poder abastecer la demanda futura si se cumplen los objetivos planteados por el Gobierno de alcanzar los tres millones de vehículos electrificados en 2030. Junto a ambas variables, según pone de relieve un reciente informe de Caixabank Research, los retos de la electrificación en el automóvil incluyen aumentar la capacidad de almacenaje energético en las baterías de los vehículos eléctrico, cuya autonomía se encuentra lejos todavía de rivalizar con los de gasolina; y estrechos cuellos de botella en materias primas esenciales para la construcción de baterías, entre ellas el cobalto. Aspectos que, a juicio de los expertos de Caixabank Research, ralentizarán el despegue del coche eléctrico y que supondrán que en 2030 todavía no alcance el 10% de la producción mundial. En contraste, crecería el número de vehículos híbridos con una penetración del 20%. Los coches conectados y autónomos, una realidad en 2030 El despliegue del 5G también será determinante para el salto hacia una nueva movilidad conectada y para la implantación de la conducción autónoma, que desde el sector se prevé que se materialice a lo largo de la próxima década. Así lo señalan también los expertos de la consultora PwC, para los que 2030 constituye un escenario realista para que el coche conectado circule por las nuevas carreteras inteligentes. “En Europa y en Estados Unidos en torno al 70% de los coches estará conectados en 2030 y en China será el 100% los que disfrutarán de una conectividad total”, pronostica la consultora en su informe ‘Eascy: las cinco dimensiones que transformarán el sector de Automoción’. “La cantidad de datos generados por el vehículo va a aumentar de manera exponencial: los coches estarán conectados con su conductor, con otros coches e infraestructuras y, por supuesto, con talleres”, prevé Marian Luño, directora de la división Automotive Aftermarket de Bosch para España y Portugal. Junto a una mayor seguridad vial y una reducción del número de accidentes, según destaca Luño, con el nuevo coche conectado se incrementará la importancia del mantenimiento preventivo, de manera que “el taller cambiará el foco de la reparación para convertirse en un prestador de servicio”. Fruto de esa creciente conectividad e interrelación entre elementos antes independientes, son muchas las compañías que sellan alianzas para poner en marcha proyectos piloto para la futura conducción autónoma, basados en la asistencia inteligente, el internet de las cosas y el machine learning. Uno de los ejemplos más recientes de ello lo protagonizaban el pasado febrero en el Parque Tecnológico de Andalucía de Málaga las compañías Telefónica, Dekra y SEAT, con la presentación de un laboratorio I+D para el desarrollo de la conducción conectada con toda la infraestructura necesaria para testar soluciones 5G y tecnologías vehiculares V2X (vehicule to everything). “Estos laboratorios permiten explorar nuevas soluciones para el coche conectado que faciliten una experiencia más segura y confortable al volante de los vehículos. Las nuevas tecnologías V2X permiten conectar el coche con su entorno y anticipar así situaciones de riesgo en tiempo real, convirtiendo el coche en una especie de ‘sexto sentido’ para el conductor. Se trata, en definitiva, de un paso previo al coche completamente cooperativo y autónomo”, afirmaba César de Marco, responsable de Tecnologías de Comunicación & EMC de SEAT durante la presentación del nuevo laboratorio, el más avanzado de este tipo en el sur de Europa. También el pasado mes de marzo, Siemens anunciaba un acuerdo con Volkswagen para contribuir a automatizar y digitalizar la planta de vehículos eléctricos del fabricante en la ciudad alemana de Zwickau. De esta manera, gracias a la tecnología de automatización de Siemens, a partir de ahora el E-car de la firma alemana se fabricará mediante un estándar digital desarrollado por ambas compañías. Movilidad bajo demanda a golpe de clic El crecimiento exponencial de la población urbana, que supondrá el 68% de la población mundial en 2050 según las previsiones de Naciones Unidas, marca otro reto importante para el futuro de la automoción. Con el auge de las ciudades, el sector se enfrenta también al cambio de paradigma marcado por la denominada ‘movilidad bajo demanda’, que implica un salto de un sistema sustentado sobre la propiedad del vehículo a otro basado en el uso. La creciente concentración urbana plantea un amplio abanico de desafíos entorno a la congestión de tráfico, la ocupación del espacio público o la calidad del aire de los que nacen alternativas de movilidad a las opciones tradicionales. En un escenario donde los conductores en grandes ciudades pierden una media de más de 50 horas al año a causa de los atascos, “el vehículo compartido tendrá un protagonismo fundamental”, subrayaba Estanislao de Mata, gerente de SIXT Rent a Car, en un evento reciente organizado por la Cámara Alemana. A estas nuevas necesidades de la población urbana, según el responsable de SIXT, se suma también un tipo de “consumidor hiperconectado y dinámico que toma decisiones a través de su móvil” y que “otorga una mayor importancia a la libertad de movimiento que a la propiedad”. “Los jóvenes han dejado de concebir el vehículo como un elemento aspiracional, ya que cuentan con otras soluciones de desplazamiento más allá de la propiedad”, coincide en señalar también Arancha García, directora del Área de Industria y Medioambiente de ANFAC. Según las previsiones de la consultora Oliver Wyman, para 2040 el uso del vehículo compartido, tanto en alquiler como bajo demanda, aumentaría en un 95% en Europa en comparación con el uso del vehículo en propiedad, el avión o el tren. Pese a ello, la consultora limita a un 1% el impacto sobre las ventas de vehículos en propiedad en 2025. El centro de gravedad comercial vira al Pacífico A nivel global, el futuro de la industria europea se enfrenta también a un panorama internacional marcado por la incertidumbre y las tensiones comerciales derivadas de las políticas proteccionistas de países como Estados Unidos y la posible creación de aranceles a la importación de vehículos para favorecer las ventas de los fabricantes locales. El sector mira también con cierta inquietud hacia Reino Unido, ante las repercusiones del Brexit en sus cifras de negocio, especialmente a partir del 1 de enero de 2021, una vez concluya el actual periodo de transición que mantiene al país en el mercado único europeo garantizando estabilidad para empresas e inversores. Dada la relevancia de este mercado, las patronales de la automoción reivindican avanzar en las negociaciones comerciales que permitan alcanzar un Acuerdo de Libre Comercio entre la Unión Europea y Reino Unido. Mientras tanto, la industria automotriz europea redobla sus esfuerzos en innovación para dar respuesta a las necesidades cambiantes de un mercado, en el que los países emergentes no dejan de escalar posiciones, lo que aviva el fantasma de una deslocalización de plantas en busca de menores costes de producción. “El centro de gravedad comercial se está trasladando del Atlántico al Pacífico a gran velocidad”, afirmaba Begoña Cristeto, socia de automoción de KPMG, durante la presentación del informe Global Automotive Executive Survey elaborado por la consultora. “El eje Atlántico, tradicionalmente sustentado entre Estados Unidos, Alemania, España y Francia, tendrá que incrementar sus esfuerzos para mantener la pujanza internacional. Si a esto unimos un escenario de demanda creciente en economías emergentes, frente a mercados tradicionales maduros, aun se desequilibra más el eje económico claramente hacia las economías del Pacífico, y nos sitúa ante un reto global complejo en el que las claves para la industria europea son la innovación, la flexibilidad y la rapidez para adoptar estos cambios”, concluye. La consultora Oliver Wyman estima que América del Norte, Europa, Japón y Corea perderán 10 puntos porcentuales de su participación en la creación de valor en los mercados emergentes para 2030. No obstante, según apunta en el informe ‘La futura estructura de la industria del automóvil - FAST 2030’, Europa continuará dominando el segmento premium en 2030, manteniendo el 50% de la creación de valor total y contará con la participación de China en el segmento premium que aumentará su presencia del 13% al 20%. "China superará en un periodo relativamente corto a Europa y tomará una posición de liderazgo en la fabricación”, pronostica Joern Buss, socio de Oliver Wyman y autor del informe. En la senda hacia un nuevo ecosistema de movilidad La industria de la automoción se encuentra por tanto ante una cascada de tecnologías disruptivas y un nuevo comportamiento de los clientes en entornos digitales, que supondrán la mayor transformación de la historia del sector. Con el objetivo de plantar cara a este desafío, días antes del cierre económico causado por la COVID-19, la patronal ANFAC presentaba al Gobierno su plan ‘Automoción 2020-40 – Liderando la movilidad sostenible’, una hoja de ruta que marca las líneas estratégicas para cumplir los objetivos de descarbonización del parque automovilístico y la atracción de inversiones. La iniciativa reclamaba un refuerzo de una política industrial que apoye la inversión y la flexibilidad laboral, un apoyo decidido a la electromovilidad, una nueva fiscalidad para el automóvil y el fomento de la renovación del parque automovilístico. En respuesta a estas demandas, el Ejecutivo español aprobaba a mediados de junio el 'Plan de impulso de la cadena de valor de la industria de la automoción', dotado de un presupuesto de 3.750 millones de euros, que incluye medidas de impacto a corto plazo, que se implementarán y ejecutarán a lo largo de 2020 con el objetivo de hacer frente al impacto económico causado por la pandemia; junto a acciones estratégicas a medio plazo, orientadas a impulsar la competitividad y sostenibilidad del sector. En este marco, se contemplan medidas para la renovación del parque de vehículos por importe de 450 millones de euros dirigidas a sustituir vehículos antiguos y contaminantes por otros más limpios. Asimismo, se prevé un plan específico de recualificación y actualización para generar nueva mano de obra cualificada y adaptar la existente a las nuevas necesidades. “Estábamos inmersos en una transformación industrial y tecnológica sin precedentes que la llegada de la pandemia no ha hecho más que acelerar. No podemos permitirnos perder el liderazgo con el que ahora contamos a nivel europeo y mundial porque ello repercutiría seriamente en el empleo y en el bienestar de millones de familias. Es tiempo de innovar, trabajar juntos y potenciar la oferta y la demanda de vehículos”, resume José Portilla, director general de SERNAUTO.